domingo, 9 de marzo de 2014

Espiritismo Cubano


El Espiritismo Cubano surge del Espiritismo Científico o de Mesa que fue introducido en Cuba desde los Estados Unidos en la 2da mitad del siglo XIX, y en la ciudad de Matanzas, hasta los años 60 del siglo pasado, se podían encontrar numerosos centros de práctica espírita. El espiritismo cubano se caracterizaba por:

- Presencia de un sencillo ritual.
- Posibilidad de comunicación con los espíritus directamente o a través de los mediums.
- Trabajo con espíritus”elevados” (sacerdotes, monjas, médicos, poetas, próceres, indios, etc.)
- Misa abierta para dar luz a los espíritus “atrasados”.
- Carácter hipodinámico de las misas.
- Uso de vasos de agua, flores y perfume.
- Lectura de poesías, rezos, plegarias y cantos de elevadas transmisiones espirituales.

Los que asistían sus sesiones eran, fundamentalmente, representantes de la pequeña burguesía, médicos, maestros, abogados, personas cuyo nivel cultural les permitía asimilar y llevar a la práctica las “elevadas” doctrinas filosóficas y éticas que profesaba en Cuba el Espiritismo de Mesa o Científico. Este tiene tendencias a las ideas y los sentimientos elevados, al perfeccionamiento moral y espiritual. Se identifica con el Catolicismo y con las ideas acerca del cielo, el purgatorio, el paraíso, el infierno, y la inmortalidad del alma.

Al ir penetrando la práctica espírita entre las amplias masas populares, fue asimilando elementos tanto de la religiosidad popular, introducida por inmigrantes españoles pobres, como de las prácticas rituales del culto a las deidades y antepasados que trajeron consigo los esclavos africanos, y las que han sido transmitidas de generación en generación, en todo un largo y contradictorio proceso de transculturación y de sincretismo, independientemente del color de su piel y extracción social.

Es necesario subrayar, que los practicantes de la Religiosidad Popular Cubana han ampliado su concepción mágico-religiosa, a través de las generaciones, al establecer los correspondientes lazos funcionales entre las diferentes expresiones religiosas de origen africano y el Espiritismo. Ellos, de manera general, consideran que mientras más y variados elementos dominen, más apoyo, poder y protección obtendrán de los seres y fuerzas sobrenaturales a los que rinden culto. Un mismo practicante puede ser espiritista, a la vez estar iniciado en las reglas de Ocha, Arará o Palo Monte, y pertenecer además a la Sociedad Secreta Abakuá.

Por eso la práctica del Espiritismo dentro de las masas populares ha ido asimilando elementos del culto a las deidades y a los antepasados de los diferentes sistemas mágico-religiosos de origen africano en Cuba. Esto lo ha posibilitado también el hecho de que los procesos mediúmnicos y de evocación de espíritus, a pesar de su diverso tratamiento, son inherentes no sólo al Espiritismo, sino también a las prácticas rituales mencionadas. Esto favorece su mutua influencia e interpenetración. Incluso, las prácticas del Espiritismo y del Palo Monte han enriquecido, entre los iniciados de la Regla de Ocha y la Regla Arará, la adoración de los antepasados, pues a través los caminos del Espiritismo y el Palo, los muertos pueden \"bajar y laborar” en beneficio de sus hermanos que “animan materia”.

Antes de continuar debemos aclarar la posición del Espiritismo Científico con relación al culto a los muertos y a los antepasados de origen africano Al respecto expresa Diolindo Amorín:

“... El mediumnismo forma parte del Espiritismo, pero se impone aclarar que mediumnismo no es Espiritismo; que existe mediumnismo en los cultos africanos es una cosa que no se discute y que en tal base, puede presentarse la tesis de que aún cuando tengan por base la inmortalidad del alma y realicen mediumnismo, las prácticas del Africanismo, a pesar de ser espiritualistas, no constituyen modalidades del Espiritismo. ... El Africanismo tiene ritual organizado, de acuerdo a sus seculares tradiciones fundado en la creencia en divinidades peculiares a su culto y, en lo que toca al Espiritismo, no adopta ni tiene ritual de ninguna especie, no tiene forma de culto ni adora divinidades. Es una doctrina científica, propensa al método experimental, de meditaciones filosóficas muy elevadas, toda vez que trata del destino del alma humana, preparando al hombre para la práctica del Bien, única senda que conduce a Dios”.

La invocación y evocación de espíritus tiene lugar en las llamadas misas o sesiones espiritistas, las cuales tienen como objetivo fundamental la invocación y evocación de espíritus con el objeto de lograr su ayuda y protección en los problemas de la vida cotidiana y trascendental. Además, en las misas, se trata de “dar luz” a aquellos hermanos desencarnados que la necesitan, o sea, a los espíritus que posean alguna forma de atraso espiritual. Ellas pueden clasificarse como misas de caridad, de recogimiento, para familiares, de investigación espiritual, de carácter festivo, etc. Las misas se realizan con el concurso de los mediums, los cuales son personas que, además de ser capaces de comunicarse con los espíritus, poseen ciertas facultades, tales como la clarividencia (visual y auditiva), intuición, presentimientos, etc.

Los mediums pueden trabajar con diferentes comisiones de espíritus, entre ellas, la árabe, la india, la africana, la gitana, la marina, la médica, etc., pero en la variante popular del Espiritismo. De estas comisiones se ha consolidado la comisión africana, presidida por los espíritus congos. Estos últimos han introducido su rica ritualidad, en la práctica espírita, Ella es evidente en la invocación y evocación de los espíritus, en la posibilidad de su manipulación mágico-religiosa y en la propiciación de la atmósfera espiritual necesaria con la ayuda de “limpiezas y despojos”. Estos espíritus son tan vitales que necesitan de ofrendas (comidas, bebidas, flores, etc.) y hasta de sacrificios de animales (palomas, pollos y gallos) para propiciar su existencia y poderes sobrenaturales. En sus manifestaciones, a través de los mediums, ellos fuman, ingieren bebidas alcohólicas, y realizan diversas acciones mágico-religiosas. Estos espíritus se presentan en las misas “con la corriente” de las deidades de Palo Monte que adoraban en vida, con la acción de Lucero (Elegguá), Zarabanda (Oggún), Siete Rayos (Changó), Madre Agua (Yemayá), Mama Chola (Oshún) y otros. Además, por emplear vehículos músico-danzarios para crear la atmósfera adecuada y como factor desencadenante de los estados de posesión, ellos le han concedido un carácter hiperactivo a las misas. De ahí que hayan surgido misas espirituales de carácter festivo, en las que se logra la manifestación de los espíritus, no con la ayuda de elevados rezos, plegarias y transmisiones espirituales, sino por medio de cantos y bailes donde se entremezclan las más ricas tradiciones músico-danzarias paleras (“hala congo”) y de la Rumba Cubana. Esas variantes festivas son: el Tambor, el Cajón, y la Rumba al Muerto. En ellas la utilización del espacio es mucho más activa que en el Espiritismo Científico o de Mesa.

El practicante del Espiritismo Cruzado, como los practicantes de los sistemas religiosos de origen africano, está inmerso en un ininterrumpido diálogo trascendental con los seres y fuerzas sobrenaturales que adora, con el objetivo de hallar ayuda y protección. Esto los arrastra a una realidad especial de existencia, a un mundo de lo fabuloso, donde el agua, las plantas, el aroma de ciertos alimentos, la palabra, y los más disímiles objetos, acciones y fenómenos que lo rodean, resultan ser las representaciones, los contenedores, de las fuerzas que pretende desencadenar, y cuyos sentidos y supuestas propiedades trata de manipular, para así propiciar su protección y ayuda. Con relación a esa \"especial\" realidad expresa J.J.Figarola:
\"...la realidad tenida convencionalmente como normal coincide con la realidad que hemos denominado aspirada y esta coincidencia conduce, a su vez, a que la realidad factual, habitual, resulte sustituida por una realidad representada, dentro de la cual nada de lo que se ve, se toque o se guste, tiene propiedad alguna en su específica materialidad, sino sola y simplemente en lo que constituye como representación. Claro que no es una representación caótica o caprichosa, sino también ajustada a un código preestablecido, frecuentemente críptico y altamente complejo de descifrar.\"

Y en esa realidad especial o aspirada:
"…Un vaso de agua no es un vaso, una vela no es una vela, un chivo degollado no es un chivo degollado, un árbol no es un árbol, el suelo no es el suelo, el viento no es el viento, la vida no es la vida, la muerte no es la muerte. Son expresiones de un mundo subjetivo único y totalizador que no es igual para todos los sistemas mágico religiosos."

De esta manera, también el espacio físico donde transcurren las actividades mágico religiosas propias del Espiritismo Cruzado tampoco es el mismo espacio objetivo donde transcurre la actividad natural y social del hombre, y con el cual establece ciertas relaciones. Este sufre una reinterpretación simbólica a través del prisma de las ideas y representaciones mágico religiosas de la creencia en cuestión. Resulta ser el mismo espacio, pero a la vez no lo es. Como resultado de un cambio de representaciones, propiciadas por la acción de determinados rituales, se ha ido desprendiendo de su universo cotidiano, ha adquirido determinadas características, cierta atmósfera especial, que lo han transformado, y lo hacen diferente. Para los espiritistas, ese espacio está situado, fundamentalmente, frente a la mesa altar. Ese espacio “especial”, según Yalexis Castañeda Maché, resulta ser:

\"¨…el lugar propicio para hacer trascender sus ideas, \"sentir\" en su cuerpo las fuerzas o corrientes espirituales o \"pasar un muerto\", al decir de los entrevistados. Allí todo lo que sucede se interpreta como expresión de una \"realidad\" que en el curso de la actividad se va legitimando frente a los presentes y que sólo encuentra pertenencia a través de la práctica misma. A esto le denominamos espacio real-simbólico, en el cual el practicante recrea su propio imaginario de la creencia dotándolo de sentido, virtudes y poderes sagrados, los que se hacen explícitos en la práctica según la dimensión social y subjetiva de la necesidad que presentan.\"

En general, esta expresión religiosa no posee centros o locales especializados para sus misas o sesiones. El espiritista utiliza una habitación de su propia casa para colocar su mesa-altar, la cual resulta ser el centro de fuerzas ante el cual se desarrollan las actividades espiritistas fundamentales. Esta es una mesa cubierta por un paño o tela blanca sobre el cual se disponen una serie de objetos que representan o simbolizan las fuerzas espirituales a las que se rinde culto, y los cuales resultan necesarios para los procesos de invocación y evocación de espíritus. La preside un crucifijo y una copa de cristal con agua, dedicados al Santísimo. Esta entidad espiritual resulta ser la superior fuerza espiritual adorada, dador de luz y paz espiritual, de fe, esperanza y caridad, tan necesarios para los espíritus encarnados o desencarnados, que según la creencia espírita, habitan la Tierra. Se disponen también 6 ó más vasos de agua, dedicados a los espíritus guías, protectores y familiares de la persona a la que pertenece la mesa altar. En ella se colocan barajas, búcaros con flores y una vela. También pueden estar presentes imágenes de santos, muñecas y muñecos “cargados”, los cuales representan a determinados espíritus protectores

Si el practicante del Espiritismo está iniciado en la Regla de Ocha, en la Regla Arará, e incluso en la Regla Palo Monte, entonces en la misma habitación puede estar situada la mesa altar espiritista junto a objetos y atributos sagrados, propios de estas diferentes expresiones religiosas de origen africano. De esta manera, la mesa altar puede estar colocada a un lado del llamado canastillero de la Regla de Ocha, mueble donde se encuentran las llamadas soperas, recipientes que contienen los atributos de sus deidades. Sus objetos sagrados pueden compartir el espacio de la misma habitación, pero sus prácticas rituales, por tradición establecida, no se entremezclan. Se excluyen entre sí. Este hecho conlleva a que habrá un mismo espacio físico que será compartido por la práctica de las diversas expresiones religiosas en las que está iniciado el creyente. Pero mediante determinados rituales, cada una de las diferentes expresiones religiosas nombradas asimilará, transformará, el espacio físicamente compartido, y lo convertirá en su propio espacio real simbólico durante el transcurso del ritual. En las misas este espacio es establecido, a su inicio, con la lectura del rezo espiritista “Al empezar la reunión”, y por la invocación y evocación de los espíritus mediante diferentes rezos y cantos espirituales. El rezo “Al fin de la reunión”, que señala la conclusión de la sesión espiritista, reestablece el “carácter normal” del espacio utilizado. Se debe tener en cuenta que en ocasiones las fronteras entre los espacios propios de las diferentes expresiones religiosas se desdibujan un poco. Tal es el caso de la manifestación de los llamados “santos muerteros” en las misas. Son deidades de la Regla de Ocha, pero con “camino” espiritual. Ellos son La Caridad del Cobre (Oshún), La Virgen de Regla (Yemayá) y San Lázaro (Babalú Ayé).

La mesa altar preside el círculo en que se disponen los asientos que ocupan los participantes de la misa. En su extremo izquierdo y en el derecho se sientan los mediums cabeceras que dirigirán la actividad. Los demás participantes completarán el círculo. Esta figura geométrica representa de manera simbólica el espacio finito por el cual pueden circular las fuerzas o corrientes espirituales de una manera más eficiente, y que serán canalizadas con la ayuda de los elementos sagrados que componen la mesa altar, presidida por la cruz y la copa del Santísimo, y simbólicamente iluminada por la llama de la vela. En el caso de una “investigación”, “desarrollo”, o “coronación” espiritual, la persona en cuestión se sentará en medio de ese círculo de frente hacia la mesa altar, con el objetivo de que hacia ella confluyan las “fuerzas o corrientes” espirituales necesarias para alcanzar el objetivo propuesto. La concepción del círculo también es utilizada en los bailes que tienen lugar en las misas de carácter festivo que se realizan en algunas casas-templos de la Regla de Ocha en la Ciudad de Matanzas. Es también para favorecer la adecuada transmisión de las corrientes espirituales entre los participantes, lo que a su vez propicia los estados de posesión de los espíritus invocados. Debemos recordar que el baile en círculo frente a los tambores rituales en las fiestas dedicadas a los orishas es parte de la tradición ritual de la Regla de Ocha, realizado con el propósito de concentrar las fuerzas que desencadenan los estados de posesión de los orishas entre sus participantes.

A los muertos, llamados eggun en la Regla de Ocha, en esta expresión religiosa de origen yoruba se les rinde culto en el “Rincón de Eggun o del Muerto”. Este rincón debe estar situado en el patio del iniciado. Allí se les dedica a los eggun diferentes ofrendas de flores, comida, bebida o sangre de los sacrificios de animales (paloma, pollo o gallo), y se realizan hasta sacrificios de animales, para lograr su propiciación en el culto a los orishas o santos. Es tradición, para los santeros, realizar misas en la Iglesia, o misas espirituales, ante cualquier ceremonia importante de la Regla de Ocha, tales como comidas a los santos, cumpleaños, iniciaciones, etc. Los muertos son los primeros en ser atendidos en la realización de las diversas ceremonias rituales de la Regla de Ocha. Es tan importante su culto que, entre los santeros, está ampliamente difundida la frase: “”Ikú lobi Ocha” (“El Muerto pare al Santo” o “Primero el Muerto y después el Santo”.). Al hablar sobre los eggun expresó la difunta santera Noemí González:

“Eggun y espíritu son el mismo muerto, pero espíritus son aquellos que están más cercanos a Olofin, y se les pone vasos de agua en alto, y se les hace misas espirituales o en la iglesia. Ellos pueden hablar por la boca de los espiritistas que son los mediums.

Los eggun están apegados a la tierra, a las obras de la santería, por eso se les pone, en un rincón, un poco de todo lo que comemos los vivos, y además, café, aguardiente y tabaco. Ellos hablan, pero por los cocos y los caracoles. Sin contar con ellos no se puede hacer ninguna obra en la santería. Un muerto se puede manifestar o como eggun o como espíritu, depende de cómo venga trabajando...”

El Rincón de Eggun es un sitio especial que ha traspasado los límites del sistema religioso que lo originó, pues los muertos, sin tener que venir necesariamente por el camino de la Regla de Ocha, pueden recibir en él una atención “más material”. Además, allí se realizan determinadas acciones rituales que pueden propiciar el curso de las actividades espiritistas.

En el caso de que el creyente esté iniciado en las prácticas de Palo Monte, su nganga, cazuela o prenda debe estar situada en otra habitación o sitio de la vivienda. Su carácter “material” puede interferir en el buen funcionamiento del campo espiritual, debido a que este último es considerado “más puro” por los practicantes. Debemos recordar que la nganga resulta ser el recipiente – contenedor de los objetos y sustancias que representan o simbolizan las fuerzas o poderes mágico religiosos adorados en Palo Monte. Contiene, entre otros elementos, a distintos palos del monte, partes de ciertos animales, tierra o polvo de diferentes lugares, y hasta restos óseos humanos, pues el muerto resulta ser el catalizador, el que canaliza las fuerzas mágicas representadas en la nganga. Ella también ocupa un lugar significativo dentro del espacio real simbólico de la vivienda del practicante del Espiritismo. En las misas espirituales se pueden presentar también estos nfumbes o “espíritus de cazuela”, que pueden ser los muertos de las ngangas, pertenecientes a alguno de los participantes de la misa. Los nfumbes pueden presentarse también como “espíritus enviados” por un enemigo para perturbar la casa, o a una de las personas que participa en la misa. Con relación a ellos se realizan diversas acciones con carácter exorcista para alejarlo de las personas obsesadas por él, o expulsarlo de la casa donde se realiza la misa.

Si el espiritista posee una nganga o cazuela, su poder estará latente durante las misas espirituales. Se puede invocar la capacidad de exorcismo en el caso que sea necesario expulsar de la sesión, y de la casa, a algún espíritu muy “endurecido” o “de cazuela”, espíritu con el que no hayan sido suficientes los comunes procedimientos de “darle luz” (convencimiento, imposición de crucifijo, etc.) El poder de la nganga se invoca y se canaliza con la ayuda de ciertos procedimientos mágicos en los que se trazan las llamadas firmas de Palo Monte. Estas resultan ser unos signos gráficos de carácter pictográfico donde se combinan elementos figurativos (sol, luna, estrellas, calaveras, etc.) y geométricos (líneas, círculos, cruces, etc.

Otro lugar altamente significativo en el espacio real simbólico utilizado por el espiritista lo es la puerta de su propia casa. Ella por ser el sitio que establece el límite entre la seguridad del hogar y la posibilidad de lo imprevisto, del azar y del peligro de afuera, ha sido objeto de creencias y de ritos especiales que le conceden un carácter sagrado a lo largo de la historia de la Humanidad, en el seno de numerosos pueblos. Se le da mucha importancia a su capacidad de detener las malas influencias y dejar pasar las buenas. A pesar del carácter intangible de los espíritus, de su capacidad para atravesar los objetos sólidos, como paredes y muros, ellos sólo pueden entrar a las casas a través de sus puertas, las que poseen un valor simbólico plenamente reconocido en la dimensión espiritual.

En el Espiritismo Popular, por influencia de la Regla de Ocha y de Palo Monte, “se le da de comer” a la puerta, con el objetivo de fortalecerla. Se utilizan, entre otros elementos, harina de maíz, cacao, cascarilla, maíz tostado, pescado y jutía ahumados, miel, y hasta sangre de pollitos sacrificados al efecto. Durante las misas se coloca detrás de la puerta de la calle, con una vela encendida, a Elegguá (Regla de Ocha) o a Lucero (Regla Palo Monte) Estas son deidades que representan el azar, lo imprevisto, “abren y cierran” todos los caminos”. Ellos desempeñan allí su función de guardieros, para no dejar pasar las “malas influencias. En este sentido, también se colocan diferentes objetos que tienen la virtud de detener y alejar esas ”malas influencias”, se colocan ramas de ciertos árboles o manojos de ciertas hierbas, cadenas, machetes, clavos de línea preparados”. Incluso, se trazan firmas de Palo Monte en la parte interior de la puerta, lo que estaría representando el poder de guardiero y protector de una nganga.

En las misas, además del espacio real simbólico, que se puede segmentar, que posee lugares y objetos que lo delimitan, y con el que se establecen especiales relaciones, también se puede hablar de un espacio referencial al que aluden los seres sobrenaturales que en ella se manifiestan. Es un espacio que es objeto de referencias por formar parte de sus individuales historias o posibles escenarios de acción, pero que también puede ser el posible sitio o entorno donde tendrá lugar uno de los “trabajos” (acciones mágico religiosas) propuestas por los mediums o los espíritus que se han presentado en la misa. Ellos pueden indicar, por ejemplo, que para propiciar la ayuda y protección de Oshún, deidad que simboliza la sensualidad y alegría femeninas en la Regla de Ocha, la persona debe dedicarle a ésta 5 panetelas con miel de abejas, a los 5 días llevarlas al río y plantearle allí su petición.

Por último podemos afirmar que en las sesiones de la variante popular del Espiritismo observadas en nuestra ciudad se hace evidente que el practicante establece en ellas todo un diálogo trascendental con las entidades espirituales que invoca con el objetivo de lograr su ayuda y protección. Este diálogo resulta ser un especial proceso de comunicación, pues hace interactuar interlocutores que provienen de diferentes planos de existencia, real y sobrenatural. Por medio de rituales de palabra y acción se logra crear la justa dimensión que permite confluir hombres y espíritus en el plano físico, en el espacio donde tiene lugar la sesión espiritista. Pero toda la casa entra a formar parte de ese espacio real simbólico establecido por el ritual, desde la habitación donde tiene lugar la sesión espiritual, el llamado “Rincón del Muerto”, y la puerta de la calle, hasta los simples rincones de las habitaciones. Estos últimos son los sitios preferidos, como escondrijos, por los “espíritus oscuros”, los cuales deben ser expulsados de allí, y de la casa, por medio de “limpiezas y despojos”.

La funcionalidad de ese espacio transformado por el ritual en el Espiritismo Cruzado está condicionada por una convención establecida por la tradición, la que garantiza la integridad del mismo, y evita, o limita, las interferencias de fuerzas o entidades sobrenaturales pertenecientes a otros sistemas rituales de origen africano. Si no hay transformación simbólica del espacio no hay un adecuado curso de la actividad espiritista, y no habrá entonces un favorable diálogo con los espíritus invocados. La sesión espiritista estaría a merced de la improvisación, y también de la posibilidad de atraer a entidades espirituales desfavorables o maléficas, que vendrían a perturbar el curso de la misma, lo cual se trata de evitar a toda costa. En ello consiste la importancia del adecuado tratamiento del espacio en el Espiritismo Cruzado.

Oraciones Espirituales 1

Oración para pedir un consejo.

En nombre de Dios Todopoderoso, buenos Espíritus que me protegéis, inspiradme la mejor resolución a adoptar en la incertidumbre en que me encuentro. Dirigid mi pensamiento hacia el bien y desviad la influencia de aquellos que intenten separarme del buen camino.


Oración de súplica.

Dios Todopoderoso que veis nuestras miserias, dignaos escuchar favorablemente los votos que os dirijo en este momento. Si mi súplica fuere inconveniente, perdonádmela; si es justa y útil avuestros ojos, que los buenos Espíritus que ejecutan vuestra voluntad, vengan en mi ayuda para su cumplimiento.

Cualquier cosa que me suceda, ¡oh Dios!, quese haga vuestra voluntad. Si mis deseos no sonatendidos, es porque entra en vuestros designios el probarme y a ello me someto sin murmurar. Haced queno conciba por ello desaliento, y que mi fe y miresignación sean sustentadas.

(Formúlese la súplica)


Oración de acción de gracias.

Dios infinitamente bueno, que vuestro nombre sea bendito por los bienes que me habéis concedido; sería indigno de ellos si los atribuyese a la casualidad de los acontecimientos o a mi propio mérito.

Buenos Espíritus, que fuisteis ejecutores de la voluntad de Dios y a vos sobre todo, mi ángel guardián,os doy las gracias. Alejad de mí el pensamiento deenorgullecerme y de hacer de ello un uso que no sea para el bien. Particularmente os doy las gracias por...


Oraciones de sumisión y resignación.

1. ¡Oh Dios! Sois soberanamente justo; todo sufrimiento en este mundo, debe, pues,tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de aflicción que acabo de experimentar como una expiación de mis faltas pasadas y una prueba para el futuro.

Buenos Espíritus que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced que seapara mí una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición,la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuya para mi adelantamiento.

2. Oh Dios, siento la necesidad derogaros para que me deis fuerza para sobrellevar las pruebas que os plazca enviarme. Permitid que la luz sea bastante viva para que mi Espíritu aprecie toda la extensión de un amor que me aflige por querer salvarme.Yo me someto con resignación, ¡oh Dios!, pero, ¡ay de mí! La criatura es tan débil, que si vos no me sostenéis, temo sucumbir. No me abandonéis, Señor, porque sin vos no soy nada.

3. Elevé mi mirada hacia ti, oh Eterno, y me sentí fortalecido. Tú eres mi fuerza, no me abandones, ¡oh Dios! ¡Estoy abatido bajo el peso de mis iniquidades! Ayúdame; ¡Tú conoces la debilidadde mi carne y no apartas tus miradas de mí!

Estoy devorado por una sed ardiente; haz quebrote un manantial de agua viva, y quedará aquéllaapagada. Que no se abra mi boca sino para cantar tusalabanzas y no para murmurar en las aflicciones de mivida. Soy débil, Señor, pero tu amor me sostendrá. ¡Oh Eterno! ¡Sólo tú eres grande, sólo tú eres el fin y el objetivo de mi vida! Si me hieres, que por ello tu nombre sea bendito, porque tú eres el Señor y yo el servidor infiel; doblaré mi frente sin quejarme, porque tú eres grande, sólo tú eres la meta.

Oración contra la tentación

Oración contra la tentación


Dios Todopoderoso, no me dejéis sucumbir a la tentación que tengo de cometer una falta. Espíritus benévolos que me protegéis, desviad de mí este mal pensamiento y dadme la fuerza de resistir a la sugestión del mal. Si sucumbo, habré merecido la expiación de mi falta, tanto en esta vida como en la otra, porque soy libre para elegir.

Oración por haber salido victorioso contra la tentación


¡Oh Dios!, os doy gracias por haberme permitido salir victorioso de la lucha que acabode sostener contra el mal; haced que esta victoria medé fuerzas para resistir a las nuevas tentaciones. Y a vos, mi ángel guardián, os doy gracias porla asistencia que me habéis dado. Que mi sumisión a vuestros consejos me haga digno de merecer de nuevo vuestra protección.

Oración para corregir un defecto

Vos me disteis, ¡oh Dios!, la inteligencia necesaria para distinguir el bien del mal; así, pues, desde el momento en que reconozco que una cosa es mala, soy culpable, porque no me esfuerzo en rechazarla.

Preservadme del orgullo, que podría impedirme ver mis defectos y de los malos Espíritus que podrían excitarme a perseverar en ellos. Entre mis imperfecciones, reconozco que particularmente estoy inclinado a ... y si no resisto a esta tentación es por la costumbre que tengo de ceder a ella.

Vos no me habéis creado culpable, porque sois justo, sino con una aptitud igual tanto para el bien como para el mal. Si sigo el mal camino, es por efecto de mi libre albedrío. Pero, por la misma razón que tengo la libertad de hacer el mal, tengo también la de hacer el bien; por consiguiente, tengo que cambiar de camino.

Mis defectos actuales son un resto de las imperfecciones que conservé de mis precedentes existencias; es mi pecado original, del cual me puedo despojar por mi voluntad y con la asistencia de los buenos Espíritus.

Buenos Espíritus que me protegéis, y sobre todo vos, mi ángel guardián, dadme fuerzas para resistir a las malas sugestiones y salir victorioso de la lucha.

Los defectos son barreras que nos separan de Dios y cada defecto superado será un paso dado en lasenda del progreso, que debe acercarme a Él. El Señor, en su infinita misericordia tuvo a bien concederme la existencia actual, para que sirva a mi adelantamiento; buenos Espíritus, ayudadme a aprovecharla, con el fin de que no sea una existencia perdida para mí y para que cuando Dios quiera retirármela, salga mejor que cuando entré a ella.

Oración para alejar los malos espíritus

En nombre de Dios Todopoderoso, que los malos Espíritus se alejen de mí y que los buenos me sirvan de protección contra ellos.

Espíritus malhechores, que inspiráis malos pensamientos a los hombres; Espíritus tramposos y mentirosos que les engañáis; Espíritus burlones que abusáis de su credulidad, os rechazo con todas las fuerzas de mi alma y cierro el oído a vuestras sugestiones; pero pido para vosotros la misericordia de Dios.

Buenos Espíritus, que os dignáis asistirme, dadme fuerza para resistir a la influencia de los malos Espíritus y luz necesaria para no ser víctima de sus embustes. Preservadme del orgullo y de la presunción; separad de mi corazón los celos, el odio, la malevolencia y todo sentimiento contrario a la caridad, porque son otras tantas puertas abiertas al Espíritu del mal.

Oraciones a los buenos espiritus

1. Espíritus sabios y benévolos, mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a los hombres y conducirles por el buen camino; sostenedme en las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlas sin murmurar; desviad de mí los malos pensamientos y haced que no dé acceso a ninguno de los malos Espíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad mi conciencia para que pueda ver mis defectos, separad de mis ojos el velo del orgullo que podría impedirme verlos y confesármelos a mí mismo.

Vos sobre todo, N... , mi ángel de la guarda, que veláis más particularmente y vosotros, Espíritus protectores que os interesáis por mí, haced que me haga digno de vuestra benevolencia. Conocéis misnecesidades, que ellas sean satisfechas según la voluntad de Dios.


2. ¡Oh Dios!, permitid a los buenos Espíritus que me rodean, que vengan en mi ayuda cuando esté en dificultades y que me sostengan si vacilo. Haced, Señor, que ellos me inspiren fe, esperanzay caridad; que sean para mí un apoyo, una esperanza y una prueba de vuestra misericordia; haced, en fin, que encuentre a su lado la fuerza que me falta para sobrellevar las pruebas de la vida y para resistir a las sugestiones del mal, la fe que salva y el amor que consuela.


3. Espíritus muy amados, ángeles guardianes, vosotros a quienes Dios, en su infinita misericordia, permite velar por los hombres, sed mis protectores en las pruebas de la vida terrestre. Dadmela fuerza, el valor y la resignación; inspiradme todo lo que es bueno y detenedme en la pendiente del mal;que vuestra dulce influencia penetre mi alma; hacedque sienta que un amigo sincero está cerca de mí, que ve mis sufrimientos y comparte mis alegrías.

Y vos, mi buen ángel, no me abandonéis; tengo necesidad de vuestra protección para soportar con fey amor las pruebas que le plazca a Dios enviarme.

Oración para finalizar una sesión espiritista

Agradecemos a los buenos Espíritus que han querido venir a comunicarse con nosotros, y les rogamos que nos ayuden a poner en práctica las instrucciones que nos han dado, y que hagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se sienta fortificado en la práctica del bien y del amor al prójimo.

Deseamos, igualmente que estas instrucciones sean provechosas a los Espíritus que sufren, ignorantes o viciosos que hayan asistido a esta reunión y sobre las cuales imploramos la misericordia de Dios.

Modo de orar a los espíritus

El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella el retorno a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero ¡cuán pocos saben orar! ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os pesa!

La oración del cristiano, del Espírita, de cualquier culto que sea, debe ser hecha desde que el Espíritu ha vuelto a tomar el yugo de la carne. Debe elevarse a los pies de la majestad divina, con humildad, con profundidad, en un arrebato de gratitud por todos los beneficios concedidos hasta ese día y por la noche que se ha pasado, durante la cual os ha sido permitido, si bien inconscientemente, volver al lado de vuestros amigos, de vuestros guías, para absorber con su contacto más fuerza y perseverancia. Debe elevarse humilde a los pies del Señor, para recomendarle vuestra debilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y su misericordia. Debe ser profunda, porque vuestra alma es la que debe elevarse hacia el Creador, la que debe transfigurarse como Jesús en el Tabor, y volverse blanca y radiante de esperanza y amor.

Vuestra oración debe encerrar la súplica de las gracias que os sean necesarias, pero de una necesidad real. Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestras pruebas y que os dé los goces y la riquezas; pedidle que os conceda los bienes más preciosos de la paciencia, de la resignación y de la fe. No digáis lo que muchos entre vosotros: “No vale la pena orar, porque Dios no me escucha”. ¿Qué le pedís a Dios la mayoría de las veces? ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! No, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el éxito de vuestras empresas terrestres, y exclamasteis: “Dios no se ocupa de nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias”. ¡Insensatos! ¡Ingratos! Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis. Pedid, pues, ante todo, vuestro progreso y veréis que torrente de gracias y consuelos se esparcirá sobre vosotros.

Debéis orar sin cesar, sin que por esto os retiréis a vuestro aposento o que os pongáis de rodillas en plazas públicas. La oración del día es el cumplimiento de vuestros deberes, de todos vuestro deberes sin excepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es un acto de amor hacia el Señor el que asistáis a vuestros hermanos en cualquier necesidad moral o física? ¿No es hacer una acto de reconocimiento, elevar vuestro pensamiento hacia Él, cuando una alegría os llega, cuando se evita un accidente, cuando una contrariedad sólo os aflora, si decís con el pensamiento: Bendito seáis, Padre mío? ¿No es un acto de contrición el humillaros ante el Juez Supremo cuando sentís que habéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento, al decirle: Perdóname, Dios mío, porque he pecado (por orgullo, por egoísmo o por falta de caridad); dadme fuerzas para que no falte más y el valor necesario para reparar la falta?

Esto es independiente de las oraciones regulares de la mañana y de la noche, y de los días que a ella consagréis; pero, como veis, la oración puede hacerse siempre sin interrumpir en lo más mínimo vuestros trabajos; por el contrario, los santifican. Y creed bien que uno sólo de estos pensamientos, saliendo del corazón, es más escuchado por nuestro Padre Celestial que largas oraciones dichas por costumbre, a menudo sin causa determinada, y alas cuales conduce maquinalmente la hora convenida.

Invocación a los espíritus

La oración es una invocación; por ella un ser se pone en comunicación mental con otro ser al que se dirige. Puede tener por objeto hacer un pedido, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los Espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos Espíritus son transmitidas a Dios. Cuando se ora a otros seres y no a Dios, sólo es con el título de intermediarios, de intercesores, porque nada se puede hacer sin la voluntad de Dios.

El Espiritismo hace comprender la acciónde la oración, explicando el modo de transmisión delpensamiento, ya sea cuando el ser  a quien se ruegavenga a nuestro llamamiento, o cuando nuestropensamiento llega a él. Para formarse una idea de loque sucede en esta circunstancia, es necesarioimaginarse que todos los seres, encarnados ydesencarnados, sumergidos en el fluido universal queocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamosen la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de lavoluntad; es el vehículo del pensamiento, como elaire lo es del sonido, con la diferencia de que lasvibraciones del aire están circunscriptas, mientras quelas del fluido universal se extienden al infinito. Luego,cuando el pensamiento se dirige hacia un sercualquiera que está en la Tierra o en el espacio, deencarnado a desencarnado, o de desencarnado a encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual trasmite el pensamiento como el airetrasmite el sonido.

La energía de la corriente está en razón delvigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, laoración es oída por los Espíritus, en cualquier lugarque se encuentren, como los Espíritus se comunicanentre sí, como nos transmiten sus inspiraciones ycomo se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.

Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no tiene como objetivo materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, mostrando que puede tener una acción directa y efectiva. Por esto, no queda menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer su acción efectiva.

Por la oración, el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus, que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos; adquiere de esta forma, la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino recto si se apartó de él, así como también puede desviar de sí los males que se atrae con sus propias faltas. Un hombre, por ejemplo, ve su salud deteriorada por los excesos que cometió, arrastrando hasta el fin de sus días una vida de sufrimientos; ¿tiene acaso, derecho a quejarse si no consigue la curación? No, porque podría haber encontrado en la oración la fuerza necesaria para resistir las tentaciones.

Si se dividiesen los males de la vida en dos partes, una compuesta de aquellos que el hombre no puede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primera causa es él mismo por su incuria y sus excesos, se vería que ésta sobrepasa de mucho en número a la primera. Es, pues, evidente, que el hombre es el autor de la mayor parte de sus aflicciones, y que se las ahorraría si obrase siempre con sabiduría y prudencia.

No es menos cierto que estas miserias son el resultado de nuestras infracciones a las leyes de Dios, y que si observásemos puntualmente esas leyes, seríamos perfectamente felices. Si no traspasáramos el límite de lo necesario en la satisfacción de nuestras necesidades, no tendríamos las enfermedades que son consecuencia de los excesos y las vicisitudes que esas enfermedades ocasionan. Si pusiéramos límite a nuestra ambición, no temeríamos la ruina. Si no quisiéramos subir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer. Si fuésemos humildes, no sufriríamos las decepciones del orgullo humillado. Si practicáramos la ley de caridad, no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, y evitaríamos las querellas y las disensiones. Si no hiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas, etc.

Admitamos que el hombre no pueda nada sobre los otros males; que toda oración sea superflua para preservarse de ellos; ¿no sería ya mucho el que pudiera evitar todos los que provienen de sí mismo? Pues aquí la acción de la oración se concibe fácilmente, porque tiene por objeto evocar la inspiración saludable de los buenos Espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a los malos pensamientos, cuya ejecución puede sernos funesta. En este caso no es que nos apartan del mal, sino que nos desvían a nosotros mismos del pensamiento que puede causar ese mal; en nada entraban los decretos de Dios ni suspenden el curso de las leyes de la naturaleza; sólo nos impiden infringir estas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío; pero lo hacen sin nuestro conocimiento, de manera oculta, para no encadenar nuestra voluntad. El hombre se encuentra entonces, en la posición de aquél que solicita buenos consejos y los pone en práctica, pero que siempre es libre de seguirlos o no. Dios quiere que sea así para que tenga la responsabilidad de sus actos y le deja el mérito de la elección entre el bien y el mal. Esto es lo que el hombre siempre está seguro de obtener si lo pide con fervor y es a lo que sobre todo pueden aplicarse estas palabras: “Pedid y se os dará”.

Eficacia de la oración espiritual

Hay personas que niegan la eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose todo en el Universo por leyes eternas, nuestro votos no pueden cambiar los decretos de Dios.

Sin ninguna duda, hay leyes naturales e inmutables que Dios no puede derogar a capricho de cada uno; pero de esto a creer que todas las circunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad, es grande la distancia. Si fuese así, el hombre sólo sería un instrumento pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa. En esta hipótesis no habría más que doblar la cabeza al golpe de los acontecimientos, sin procurar evitarlos y por lo tanto, no se hubiera procurado desviar el rayo. Dios no le ha dado el discernimiento y la inteligencia para no servirse de ellos, ni la voluntad para no querer, ni la actividad para estar en la inacción. Siendo libre el hombre para obrar en un sentido o en otro, sus actos tienen para sí y para los otros, consecuencias subordinadas a lo que hace o deja de hacer; hay acontecimientos que por su iniciativa escapan forzosamente a la fatalidad sin que por esto se destruyan la armonía de las leyes universales, como el avance o el retraso de las agujas de un péndulo no destruye la ley del movimiento, sobre la cual está establecido el mecanismo. Dios puede acceder a ciertas súplicas sin derogar la inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto, quedando siempre su acción subordinada a su voluntad.

Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener y sería injusto acusar a la Providencia porque no concede todo pedido que le es hecho, pues ella sabe, mejor que nosotros, lo que es para nuestro bien. Hace lo mismo que un padre prudente que rehusa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación.

Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándoles de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a sí mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero, generalmente se prefiere ser socorrido por un milagro, sin hacer nada. (Cap. XXV, números 1y siguientes).

Pongamos un ejemplo. Un hombre se ha perdido en el desierto y sufre una sed horrible; siéntese desfallecer y se deja caer en el suelo; entonces, ruega a Dios que le asista y espera; pero ningún ángel viene a traerle agua. Sin embargo, un buen Espíritu le ha sugerido el pensamiento de levantarse, seguir uno de los senderos que se presentan ante él, y entonces por un movimiento maquinal, reúne sus fuerzas, se levanta y marcha a la ventura. Llega a una colina y descubre a lo lejos un arroyuelo, y ante esta vista, recobra ánimo.Si tiene fe exclamará: “Gracias, Dios mío, por el pensamiento que me habéis inspirado y por la fuerza que me habéis dado”. Si no tiene fe, dirá: “¡Qué buen pensamiento he tenido! ¡Qué suerte tuve de haber tomado el camino de la derecha más bien que el de la izquierda! ¡La casualidad, verdaderamente, nos sirve bien algunas veces! ¡Cuánto me felicito por mi valor enno dejarme abatir!”

Pero, se dirá, ¿por qué el buen Espíritu no le dijo claramente: “Siga esta senda y al extremo encontrarás lo que necesitas?” ¿Por qué no se lemanifestó, para guiarle y sostenerle en su abatimiento? De este modo, quedaría convencido de la intervención de la Providencia. Primero, fue para enseñarle que es preciso ayudarse a sí mismo y hacer uso de sus propias fuerzas. Además, por tal incertidumbre, Dios pone a prueba su confianza y sumisión a su voluntad. Este hombre estaba en la situación de un niño que cae y si ve a alguno, grita y espera que le vayan a levantar; si no ve a nadie, hace esfuerzos y se levanta sólo.

Si el ángel que acompañó a Tobías le hubiese dicho: “Soy el enviado de Dios para guiarte en tu viaje y preservarte de todo peligro”, Tobías no hubiera tenido ningún mérito; confiando en su compañero, no tendría ni siquiera necesidad de pensar; por esto el ángel no se dio a conocer hasta el regreso.

Doctrina Espiritista

Los mismos seres que se comunican se designan, como lo dijimos, con el nombre de Espíritus o genios y aseguran haber pertenecido, por lo menos algunos, a hombres que vivieron sobre la Tierra. Constituyen el mundo espiritual, como nosotros constituimos, durante la vida, el mundo corporal.

Resumimos así, en pocas palabras, los puntos más importantes de la doctrina que nos trasmitieron, para responder más fácilmente a ciertas objeciones.

“Dios es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno.
Creó el Universo que comprende a todos los seres animados e inanimados, materiales e inmateriales.
Los seres materiales constituyen el mundo visible o corporal y los seres inmateriales el mundo invisible o espírita, es decir, el de los Espíritus.
El mundo espírita es el mundo normal, primitivo, eterno, preexistente y sobreviviente a todo.
El mundo corporal no pasa de ser secundario; podría dejar de existir, o no haber existido jamás, sin alterar la esencia del mundo espírita.
Los Espíritus revisten, temporalmente, una envoltura material perecedera, cuya destrucción, por la muerte, los vuelve libres.
Entre las diferentes especies de seres corpóreos, Dios escogió la especie humana para la encarnación de los Espíritus que alcanzaron un cierto grado de desarrollo, lo cual les da la superioridad moral e intelectual sobre todos los otros.
El alma es un Espíritu encarnado, cuyo cuerpo es sólo una envoltura.

Tres cosas existen en el hombre: Primera, el cuerpo o ser material análogo al de los animales y animado por el mismo principio vital; Segunda, el alma o ser inmaterial, Espíritu encarnado en el cuerpo; Tercera, el lazo que une el alma al cuerpo, principio intermedio entre la materia y el Espíritu. Así, pues, el hombre tiene dos naturalezas: por el cuerpo, participa de la naturaleza de los animales, de los cuales tiene el instinto; y por el alma, participa de la naturaleza de los Espíritus.

El lazo o periespíritu que une el cuerpo y el Espíritu es una especie de envoltura semimaterial. La muerte es la destrucción de la envoltura más grosera, el Espíritu conserva la segunda, que constituye para él un cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal, pero que puede, accidentalmente, hacerse visible y hasta tangible, como ocurre en el fenómeno de las apariciones.

Así, pues, el Espíritu no es un ser abstracto, indefinido, que solo el pensamiento puede concebir; es un ser real, circunscrito, que en ciertos casos, es apreciable por los sentidos de la vista, del oído y del tacto. Los Espíritus pertenecen a diferentes clases y no son iguales ni en poder, ni en inteligencia, ni en saber, ni en moralidad.

Los de primer orden son los Espíritus supe¬riores, que se distinguen de los demás por su perfección, sus conocimientos y su proximidad a Dios, la pureza de sus sentimientos y su amor al bien; son los ángeles o Espíritus puros. Las otras clases se alejan más y más de esa perfección; los de las clases inferiores están inclinados a la mayor parte de nuestras pasiones: al odio, la envidia, los celos, el orgullo, etc.; y se complacen en el mal. Entre ellos, los hay que no son ni muy buenos ni muy malos, más embrollones e inoportunos que malos, la malicia y las inconsecuencias parecen ser su diversión: son los Espíritus traviesos o ligeros.

Los Espíritus no pertenecen perpetuamente al mismo orden. Todos progresan, pasando  por los diferentes grados de la jerarquía espírita.
Este progreso ocurre por medio de la encarnación, que es impuesta a unos como expiación y a otros como misión. La vida material es una prueba que deben soportar repetidas veces, hasta que hayan alcanzado la perfección absoluta. Es una especie de examen severo o depuratorio, de donde salen más o menos purificados.

Dejando el cuerpo, el alma vuelve al mundo de los Espíritus, de donde había salido, para tomar una nueva existencia material, después de un lapso de tiempo más o menos largo, durante el cual permanece en estado de Espíritu errante. Debiendo pasar el Espíritu por varias encarnaciones, resulta de eso que todos tuvimos diversas existencias y que tendremos aún otras, más o menos perfeccionadas, bien sea sobre la Tierra, o en otros mundos.

La encarnación de los Espíritus ocurre siempre en la especie humana y sería un error creer que el alma o Espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de un animal

Las diferentes existencias corporales del Espíritu siempre son progresivas y jamás retrógradas; pero la rapidez del progreso depende de los esfuerzos que hacemos para alcanzar la perfección. Las cualidades del alma son las mismas que las del Espíritu que está encarnado en nosotros; así, el hombre de bien es la encarnación de un Espíritu bueno, y el hombre perverso la de un Espíritu impuro.

El alma tenía su individualidad antes de la encarnación y la conserva después de su separación del cuerpo. Entre esta doctrina de la reencarnación y la de lametempsicosis, tal como la admiten ciertas sectas, existe unadiferencia característica que es explicada en el curso de estaobra.

A su regreso al mundo de los Espíritus, el alma encuentra allí a todos aquellos que conoció sobre la Tierra, y todas sus existencias anteriores se retratan en su memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo elmal que hizo. El Espíritu encarnado está bajo la influencia de la materia; el hombre que supera esa influencia por la elevación y purificación de su alma, se aproxima a los Espíritus buenos con los cuales estará un día. Aquel que se deja dominar por las malas pasiones y cifra toda su alegría en la satisfacción de los apetitos groseros, se aproxima a los Espíritus impuros, dando preponderancia a la naturaleza animal.

Los Espíritus encarnados pueblan los diferentes globos del Universo.

Los Espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada y circunscrita, sinoque están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros; es toda una población invisible que se agitaa nuestro alrededor.
Los Espíritus ejercen, sobre el mundo moral eincluso sobre el mundo físico, una acción incesante.

Actúan sobre la materia y sobre el pensamiento, y constituyen una de las potencias de la Naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que sólo encuentran una solución racional en el Espiritismo.

Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los Espíritus buenos nos incitan al bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con valor y resignación; los malos nos incitan al mal: y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos.

Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Las ocultas ocurren por la buena o mala influencia que ejercen sobre nosotros sin que lo sepamos; corresponde a nuestro juicio discernir las buenas y las malas inspiraciones. Las comunicaciones ostensibles se verifican por medio de la escritura, de la palabra, o de otras manifestaciones materiales, y lo más frecuente a través de los médiums que le sirven de instrumento.

Los Espíritus se manifiestan espontáneamente o por evocación. Se pueden evocar a todos los Espíritus, lo mismo a los que animaron a hombres obscuros, como a los de los más ilustres personajes, cualquiera que sea la época en la que hayan vivido; así los de nuestros parientes y amigos como a los de nuestros enemigos, y obtener en comunicaciones escritas o verbales, consejos, informaciones sobre su situación en el más allá, de sus pensamientos respecto a nosotros, así como las revelaciones que les son permitidas hacernos.

Los Espíritus son atraídos en razón de su simpatía por la naturaleza moral del medio que los evoca. Los Espíritus superiores se alegran en las reuniones serias donde prevalece el amor al bien y el deseo sincero de instruirse y mejorarse. Su presencia ahuyenta a los Espíritus inferiores que encuentran, por el contrario, libre acceso y pueden actuar con toda libertad entre las personas frívolas o guiadas tan solo por la curiosidad y donde quiera que encuentren malos instintos. Lejos de obtener de ellos buenas advertencias o enseñanzas útiles, pues no se deben esperar sino futilidades, mentiras, bromas pesadas o mistificaciones, porque con frecuencia usurpan nombres venerables para mejor inducir en el error.

Es sumamente fácil distinguir los Espíritus buenos de los malos. Pues, el leguaje de los Espíritus superiores es constantemente digno, noble, inspirado por la más alta moralidad, libre de toda pasión inferior; sus consejos exaltan la más pura sabiduría, y tienen siempre como objetivo nuestro progreso y el bien de la Humanidad. El de los Espíritus inferiores es, por el contrario, inconsecuente, con frecuencia trivial y hasta grosero; si dicen a veces cosas buenas y verdaderas; con más frecuencia las dicen falsas y absurdas por malicia o por ignorancia. Se divierten con la credulidad y se distraen a expensas de los que los interrogan, alardeando de su vanidad, alimentando sus deseos con falsas esperanzas. En resumen, las comunicaciones serias, en la total acepción de la palabra, sólo se obtienen en los centros serios, en aquellos cuyos miembros están unidos por una comunión de pensamientos para el bien.

La moral de los Espíritus superiores se resume, como la de Cristo, en esta máxima evangélica: “Hacer a los demás lo que quisiéramos que a nosotros se nos hiciese”; es decir, hacer el bien y no el mal. En este principio encuentra el hombre la regla universal de conducta, hasta para sus menores acciones.

Nos enseñan que el egoísmo, el orgullo, y la sensualidad, son pasiones que nos aproximan a la naturaleza animal y nos prenden a la materia; que el hombre que, desde este mundo, se desprende de la materia despreciando las futilidades mundanas y practicando el amor al prójimo, se aproxima a la naturaleza espiritual; que cada uno de nosotros debe ser útil con arreglo a las facultades y a los medios que Dios, para probarle, ha puesto en sus manos; que el Fuerte y el Poderoso deben apoyo y protección al Débil, porque el que abusa de su fuerza y de su poder, para oprimir a su semejante, viola la ley de Dios. Enseñan, en fin, que en el mundo de los Espíritus, donde nada puede ocultarse, el hipócrita será desenmascarado y todas sus torpezas descubiertas; que la presencia inevitable y perenne de aquellos con quienes nos hemos portado mal, es uno de los castigos que nos están reservados y que al estado de inferioridad y de superioridad de los Espíritus son inherentes penas y goces desconocidos en la Tierra.

Pero nos enseñan también que no hay faltas irremisibles, y que no puedan ser borradas por la expiación. En las diferentes existencias, encuentra el hombre el medio que le permite avanzar, según sus deseos y sus esfuerzos, en la senda del progreso y hacia la perfección que es su objetivo final”.

Este es el resumen de la Doctrina Espírita, según resulta de la enseñanza dada por los Espíritus superiores.

El espiritismo

El espiritismo es una doctrina codificada en Francia a mediados del siglo XIX por el escritor francés Allan Kardec (1804-1869). Esta doctrina se basa en que los seres que están fuera de un cuerpo material (los espíritus) pueden entrar en contacto con los seres del mundo material.
El espiritismo se autodefine como una «ciencia», porque dice estudiar ―aunque no utiliza el método científico― el origen y el destino de los espíritus, así como sus relaciones con el mundo corporal. También afirma ser una filosofía, ya que estudia las consecuencias morales que dimanan de la creencia en la ley de acción y reacción.

La doctrina espiritista tiene seguidores en varios países alrededor del mundo, incluyendo Alemania, Argentina, Brasil (el país con la mayor cantidad de espiritistas), Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Haití, Japón, Perú, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido, Uruguay y Venezuela.
Índice

Etimología del término «espiritismo»

El término «espiritismo» (del francés spiritisme, de spirit: ‘espíritu’; e isme: ‘doctrina’) surgió como un neologismo (o más precisamente un porte-manteau), creado por el francés Allán Kardec para nombrar específicamente la doctrina de los espíritus, presentada por él en El libro de los espíritus (1857).

Kardec acuñó el término en la introducción de su Libro de los espíritus.
Muchos espiritistas hispanohablantes prefieren nombrar a la doctrina y a sí mismos con la palabra portuguesa espírita.

Diferencias entre el espiritismo francés y el inglés.

Vale la pena considerar también que el spiritisme francés y el spiritism inglés formaron instituciones independientes, aunque prácticamente iguales en sus principios y ambos términos se traducen al español indistintamente como espiritismo.4 En la actualidad el spiritism inglés es totalmente indistinguible del spiritisme francés.

Sin embargo, la utilización del término, cuya raíz es común a diversas naciones occidentales de origen latino o anglosajón, hizo que él fuese incorporado rápidamente al uso cotidiano para designar todo lo que tenía relación con la comunicación con los espíritus. Así por espiritismo, hoy se identifica a las varias doctrinas religiosas y filosóficas que creen en la sobrevivencia del espíritu (alma) después de la muerte del cuerpo físico, y, principalmente, en la posibilidad de comunicarse con ellos, causal o deliberadamente, por evocaciones o de forma natural.

De este modo la palabra se utiliza para referirse a dos conceptos, el espiritismo como contacto con los espíritus, y como la creencia que define el origen, el destino y la naturaleza de los espíritus.

Conceptos

Los principios del Espiritismo contenidos en sus obras fundamentales son:

La existencia y unicidad de Dios como primera causa inteligente. Dios es eterno, y por tanto, perfecto hasta el infinito.
La existencia de espíritus, seres individuales creado por Dios, sempiternos, con predisposición hacia la inteligencia, aptitud que desarrollan al evolucionar. Para encarnar en un mundo material, el espíritu se une a un cuerpo físico por medio de su periespíritu (envoltura cuasi material que rodea al espíritu).
Comunicabilidad espiritual (mediumnidad): el humano, denominado también alma o espíritu encarnado, puede comunicarse con espíritus desencarnados (entre ellos, espíritus correspondientes a fallecidos terrestres) a través de algún médium. El ejercicio medianímico requiere de un cuerpo material, por lo que solo los encarnados pueden ser médiums.
Ley de causa y efecto: el mecanismo de retribución ética universal a todos los espíritus, según la cual nuestra condición actual es el resultado de nuestros actos y decisiones pasados. La purificación de una falta se realiza mediante el arrepentimiento y la expiación necesaria para la corrección.
Reencarnación: es el proceso natural que permite al espíritu volver a encarnar como humano con el fin de evolucionar (sea para perfeccionarse en virtudes, para expiar faltas pasadas, para ayudar a sus semejantes a progresar, etc.). Por evolución intelectual, el humano solo puede reencarnar como humano, pero tanto hombre como mujer.
Dinamismo en la vida espiritual: los goces o penas relativos después de desencarnar los determina el estado de la conciencia del individuo, concibiendo su porvenir en algún mundo afín a su estado vibratorio.6 Aún así, el ser tiende a la felicidad eterna por la misma eterna evolución que va desarrollando.
Pluralidad de mundos habitados: la Tierra no es el único planeta con vida en el universo. El espíritu encarna en diferentes planetas, progresando en todos los aspectos.
Responsabilidad individual: el estado de la vida presente del ser es debida únicamente a sí mismo. El mismo espíritu es quien, antes de encarnar, elige las pruebas y circunstancias por las que pasará, consolidando así la ley del libre arbitrio. Dios no establece premios o castigos individuales, pero sí leyes universales desde la eternidad.
Igualdad espiritual: Dios no privilegia a ningún espíritu, creándolos a todos simples e ignorantes, pero destinados invariablemente a la perfección, con aptitudes idénticas para el bien o para el mal según su libre albedrío.7
La conciencia como libro de vida: Las decisiones buenas solo surgen del sentido común dictado por la conciencia junto a la inteligencia, esto es, las intenciones verdaderas de bien común.
Universalidad de la filosofía: La relación humana-espiritual no necesita ninguna mediación institucional. Una espiritualidad natural es suficiente e incluso más apropiada para la realización del ser. Por ello, el Espiritismo carece de rituales, culto, templos o personas con privilegios religiosos.
Nota: Jesús de Nazareth es considerado, aunque humano, el mayor modelo a seguir por su legado moral8 . Su desnaturalización divina lo define merecedor de su evolución por medio de su propio esfuerzo, condición necesaria a todo espíritu para progresar. De hecho, cualquier espíritu que refleje una gran vida moral puede considerarse ejemplo a seguir (Sócrates, por ejemplo).

Caracteres de las reuniones espiritistas

Si se compara el modelo espírita con las características generales de los sistemas religiosos más comunes, encontramos que la reunión espírita reúne las siguientes características:
Ausencia de jerarquía sacerdotal.
Ausencia de culto a imágenes, altares, etc.
Ausencia de cualquier ritual o sacramento: bautismo, casamiento, etc.
Incentivo al respeto y tolerancia de todas las religiones. Muchos espiritistas lo consideran su «segunda religión».
La práctica espiritista es gratuita y sin ánimo de lucro, aunque la participación en las instituciones espíritas se ajusta a los parámetros comunes a toda asociación civil.
De acuerdo a las legislaciones de cada país, las instituciones espíritas se adecúan a sus leyes internas para asociaciones civiles u otros marcos legales.[cita requerida]
Si se toma el modelo de la ciencia, podría considerarse que la reunión espírita en la que se desarrolla el método mediúmnico, reúne las siguientes características:
Es empírica en la medida que parte de la consideración de un fenómeno corriente denominado «fenómeno mediúmnico» o «fenómeno espírita», que debe ser diferenciado de manifestaciones similares en las que intervienen estados alterados de conciencia, o el animismo.
Existe una hipótesis sobre el fenómeno espiritista, que lo comprende y lo incluye en un sistema.
Existe un método mediúmnico, que permite operar e intervenir sobre el fenómeno.
Existe experimentación.
Estos aspectos en general suelen estar implícitos, ya que la doctrina espiritista no ha desarrollado un solo científico que la respalde.

Obras básicas

Los historiadores Henri Sausse, Francisco Thiesen y Zêus Wantuil, coinciden con lo dicho por el codificador, Allán Kardec, el cual afirmaba no haber sido el autor intelectual de la mayor parte de lo contenido en las obras básicas. Él recibió en 1855 de Carlotti y de un grupo de seguidores, de distintas partes del mundo, 50 cuadernos conteniendo relatos de experiencias y comunicaciones mediumnicas diversas, obtenidas a través de diversos médiums, de almas que se decían personas muertas. Allán Kardec analizó, ordenó y completó, con la información concordante obtenida de los espíritus «a través de diversos médiums, desconocidos entre sí, y en distintas partes del mundo»,2 organizando estos trabajos en 5 obras, consideradas básicas para el espiritismo.

Los espiritistas reconocen a Allán Kardec como el codificador de la doctrina espiritista, no como el creador de la misma. Los espiritistas consideran que los autores de la mayor parte de los textos espiritistas no han sido los médiums, sino los propios espíritus de personas muertas (que los espiritistas llaman «personas desencarnadas»).

Las 5 obras básicas, conocidas como «Pentateuco kardequista» son:

«El libro de los espíritus»
Primera edición: 18 de abril de 1857
En su primera página se lee: «Contiene: los principios de la doctrina espiritista. Sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la humanidad, según la enseñanza dada por los espíritus superiores con la ayuda de diversos médiums. Recopilada y puesta en orden por Allán Kardec».
Este libro se ordena en forma de preguntas y respuestas abarcando los más diversos temas con sus 1019 preguntas.

«El libro de los médiums»
Primera edición: enero de 1861
En su portada se establece su contenido: «Guía de los médiums y de los evocadores. Contiene la enseñanza de los espíritus sobre la teoría de todos los géneros de manifestaciones, los medios de comunicarse con el mundo invisible, el desarrollo de la mediumnidad, las dificultades y los escollos que se pueden encontrar en la práctica del espiritismo. Continuación de El libro de los espíritus; por Allán Kardec».
Esta obra trata de las manifestaciones espiritistas y de los médiums, por tanto, de la parte fenoménica del espiritismo, y lo caracteriza como «ciencia» de observación que analiza las relaciones entre el mundo corpóreo y el mundo invisible o espiritual.

«El Evangelio según el espiritismo»
Primera edición: abril de 1864
«Contiene la explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia con el espiritismo y su aplicación a las diversas posiciones de la vida».14
En su contratapa de la edición moderna (2001) se lee: «Esta obra define la esencia religiosa de la doctrina espírita, como verdadero cristianismo, restaurado por la interpretación que los espíritus dieron a los textos evangélicos. Ella muestra el poder del amor en las más diversas situaciones de la vida, cuando dejamos que ese sentimiento divino guíe nuestras manos y nuestros pasos, para servir al prójimo, resultando de ello que todo se equilibre a nuestro alrededor»

«El cielo y el infierno»
Título original: El cielo y el infierno o la justicia divina según el espiritismo Primera edición: agosto de 1865
«Contiene: El examen comparado de las doctrinas sobre el tránsito de la vida corporal a la vida espiritual, las penas y las recompensas futuras, los ángeles y los demonios, las penas eternas, etc., seguido de numerosos ejemplos sobre la situación real del alma durante y después de la muerte. Además entre otros como la revista espírita y algunos otros literarios en su doctrina espiritista».6
¿Cuál es el destino del hombre después de la muerte física? ¿Cuáles serían las causas del temor a la muerte? ¿Existen el Cielo y el Infierno? ¿Merece crédito la antigua creencia en los ángeles y demonios? ¿Cómo procede la justicia divina? Éstas y otras cuestiones relacionadas son debidamente esclarecidas, en la primera parte de esta obra, a la luz de la lógica y de las enseñanzas de los espíritus. En la segunda parte, titulada «Ejemplos Kardec» registra numerosas comunicaciones de espíritus: clasificados por categorías, tales como: felices, sufridores, arrepentidos, endurecidos y suicidas- que ejemplifican la doctrina expuesta anteriormente.

«La Génesis»
Título original: La génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo.
(El artículo femenino «la» se utiliza para diferenciarlo del Génesis bíblico).
Primera edición: enero de 1868.
Trata asuntos como: Dios y la visión de los hombres sobre su existencia y naturaleza, la Providencia divina, el bien y el mal, el espacio y el tiempo, la formación de los mundos, la génesis orgánica y la génesis espiritual, los milagros y su explicación, la superioridad de la naturaleza de Jesús y la desaparición de su cuerpo, y muchos otros asuntos.

Historia

Antecedentes

Desde la Antigüedad la humanidad ha creído posible comunicarse con los espíritus de los muertos. En la Grecia antigua, se daba por cierto que los difuntos habitaban en el Hades y era posible entrar en contacto con ellos mediante rituales mágicos. En la Odisea, de Homero, Odiseo llega al Hades y lleva a cabo un ritual, según lo indicado por la hechicera Circe, con lo cual logra hablar con el espíritu de su padre y con los de sus compañeros muertos en Troya. Asimismo, los chamanes de los pueblos originarios de Asia y Oceanía afirmaban tener la capacidad de comunicarse con los espíritus de los difuntos.

Durante la Edad Media, se mantuvo la creencia de que los espíritus regresaban regularmente al mundo de los vivos y se multiplicaron los cuentos de fantasmas. En Hamlet, el dramaturgo William Shakespeare presenta al fantasma del rey asesinado demandando venganza al protagonista, su hijo. Ese tipo de aparición estaba registrada en muchos relatos anteriores a la época de Shakespeare, pero no consta que hubiera una práctica propiamente espiritista para establecer la comunicación con los muertos.

El espiritismo en el siglo XIX

Durante el siglo XIX se suscitó en Estados Unidos una creciente oleada de fenómenos mediúmnicos que luego extendió sus prácticas y conocimientos a varios países europeos. En el año 1848, se registró en la localidad neoyorkina de Hydesville, Estados Unidos, el primer caso de un fenómeno poltergeist.

En 1854, en París, Francia, el espiritista Allán Kardec se abocó al estudio de este tipo de fenómenos paranormales, en particular, las manifestaciones de las llamadas «mesas giratorias». Las explicaciones de las causas de estos fenómenos, al igual que el sistema filosófico derivado de aquellas, sentaron las bases del espiritismo.

Sus investigaciones derivaron en la publicación en 1857 de El libro de los espíritus. Este volumen supone el comienzo del movimiento espiritista contemporáneo. En los años que siguen, Kardec publicó numerosos libros, como El libro de los médiums (1861), El evangelio según el espiritismo (1864), El Cielo y el Infierno o la justicia divina según el espiritismo (1865) y Génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo (1868). En 1858 fundó la Revista Espírita, de la que fue director hasta 1869 (año de su muerte).

Muchas personas de renombre de Europa y los Estados Unidos gradualmente abrazaron el espiritismo como una explicación lógica de la realidad, incluso de temas relacionados con la trascendencia, como Dios y la vida después de la muerte. Miles de sociedades espiritistas fueron creadas en ambos continentes, y en algunos países como España, la disciplina Espiritismo fue candidata a integrar los programas regulares de segunda enseñanza y de las facultades de ciencias, y de filosofía y letras.

El espiritismo en los siglos XX y XXI

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Con el despertar a la revolución industrial el hombre en occidente deja a un lado la espiritualidad por el inmediatismo de la industria. Con el correr de los años y el sentimiento de vacío interior, el hombre retoma el rumbo que le marca su conciencia.
En América Latina, el espiritismo se expande en una corriente que intenta mantenerse fiel al proyecto inicial de Kardec y otra de carácter netamente religioso.
La primera corriente, con foco en Argentina, postula al espiritismo como ciencia-filosofía-moral. La segunda corriente, con base en Brasil, es de grandes dimensiones y postula al espiritismo como ciencia-filosofía-religión, sobre la base del catolicismo y el roustangismo.
Si bien ambas corrientes comparten el mismo nombre «espiritismo», sus desarrollos, proyectos y razonamientos divergen hasta el punto de constituir dos espacios diversos, pero en lo esencial, no contradictorios.

Espiritistas célebres

Victor Hugo (1802-1885): escritor francés.
Allan Kardec (1804-1869): escritor francés.
Charles Dickens (1812-1870): escritor británico.
Alfred Russel Wallace (1823-1913): investigador británico.
William Crookes (1832-1919): investigador británico.
Daniel Dunglas Home (1833-1889).
Amalia Domingo Soler (1835-1909): escritora y médium española.
Margaret (1836-1893) y Kate Fox (1837-1892): médiums canadienses.
Camille Flammarion (1842-1925): investigador francés.
Léon Denis (1846-1927): investigador francés.
Florence Cook (1848-?): médium británica.
Oliver Lodge (1851-1940): físico y escritor británico.
Eusapia Paladino (1854-1918): médium italiana.
Arthur Conan Doyle (1859-1930): novelista británico.
Ernesto Bozzano (1862-1943): investigador italiano.
Francisco I. Madero (1873-1913): médium escribiente, y presidente de México.
Chico Xavier (1910-2002): médium brasileño.

Allan Kardec

Allan Kardec fue codificador del Espiritismo. Organizador escrupuloso de un material que fundamentó la corriente espiritista del s.XIX, pero en modo alguno se trató de un escritor imaginativo y tampoco de estilo místico.

Allan Kardec es el seudónimo utilizado por el pedagogo Hippolyte Léon Denizard Rivail (Lyon, 3 de octubre de 1804 - París, 31 de marzo de 1869), es el sistematizador de la doctrina llamada Espiritismo.

Primeramente debemos saber que Francia en el 3 de Octubre de 1.804 , día del nacimiento de Hippollite Leon Denizard Rivail (más tarde veremos cómo pasaría a llamarse Allan Kardec), ya había pasado por la época de la Enciclopedia y, esta línea de pensamiento, dejó en las bases de su sociedad, a grandes pedagogos muy rigurosos, formadores de la conciencia intelectual de Kardec.

Allan Kardec nació en un hogar donde la elevada cultura estaba ya profundamente asentada. Hizo sus primeros estudios en Lyon y los completó en Yverdum (Suiza), en el Instituto del celebre profesor Pestalozzi, conocido por ser uno de los más respetados centros de enseñanza de toda Europa, y por donde pasaron famosos intelectuales de aquella época. Nuestro hombre se reveló aquí como un discípulo brillante en Ciencias y Letras.
Se entrego a fondo a la lingüística y hablaba correctamente el alemán, el inglés, el español y el holandés. Vuelto a París funda allí un Instituto de Enseñanza semejante al de Yverdum. Y como educador publica numerosos libros, gracias a los cuales, a pesar de verse arruinado por problemas familiares, consigue sobrevivir económicamente. Daba también clases de química, física, astronomía y anatomía comparada.

Rivail cursó sus primeros estudios en Lyon y los completó en Yverdon (Suiza), como discípulo y colaborador del pedagogo suizo Pestalozzi. No realizó estudios universitarios. Alegaba conocer los idiomas alemán, inglés, italiano español y holandés.1 En 1831 pasó a formar parte de la Real Academia de Arras. En 1824 Rivail ya se había trasladado a París, donde se dedicó a la enseñanza, primero en la institución fundada por él mismo sobre el modelo del Centro de Pestalozzi, y más tarde de forma privada, cuando problemas económicos le obligaron a la liquidación de su instituto y a desenvolverse como tenedor de libros y como contable de tres casas de comercio, además de ocuparse en la traducción de obras inglesas y alemanas.2 En 1832 contrajo matrimonio con la institutriz Amelia Boudet, nueve años mayor que él, y fue en este periodo de su vida cuando elaboró y publicó los siguientes libros:

1828: Plan propuesto para el mejoramiento de la instrucción pública.
1829: Curso práctico y teórico de Aritmética, según el Método de Pestalozzi, con modificaciones.
1831: Gramática francesa clásica.
1846: Manual de los exámenes para los diplomas de capacidad.
1848: Catecismo gramatical de la lengua francesa.

Prosiguiendo su carrera pedagógica hubiera podido desarrollar su vida, pero en 1854, con 50 años, oye hablar por primera vez del fenómeno de las mesas giratorias (estaba de moda). Fue su viejo amigo Fortier (magnetizador) el que le dijo..."He aquí una cosa extraordinaria, no solamente se hace girar la mesa, magnetizándola, sino que se le hace hablar: se interroga y ella contesta." Nuestro codificador contestó... "Yo creeré en ello cuando lo vea y se me haya probado que una mesa tiene cerebro para pensar, nervios para sentir, y que puede convertirse en sonámbula. Hasta entonces permitidme que no vea en ello mas que un cuento de niños ."

Al principio de 1855, encontró a Carlotti (otro viejo amigo) que vuelve a relatarle fenómenos, y a sugerir el hecho de que pudieran estar provocados por espíritus, esto despierta su irresistible curiosidad de estudioso e investigador. En Mayo de 1855, acompañado de Fortier, visita la casa de una conocida sensitiva , Madame Roger.

Allí mantiene una conversación con diversas personas que le redundaron en la idea antes sugerida por Carlotti. Esta reunión le causa honda huella y en allí mismo es ya convidado a asistir a una sesión de experiencias. Cuando sale dice..."fue allí, donde por primera vez puedo dar testimonio del fenómeno de las mesas giratorias, que saltaban y corrían, en condiciones tales que la duda no era posible. Allí vi también algunos ensayos imperfectos de escritura mediúmnica".

Todavía escéptico, pero impresionado, traba amistad con la familia Baudin , a cuyas reuniones es invitado. Nos cuenta..."Fue allí donde hice mis primeros estudios sobre Espiritismo, mas fundamentados sobre las observaciones que sobre las revelaciones. Apliqué a esta nueva ciencia, como lo había hecho siempre, el método experimental. Jamás senté una teoría preconcebida. Observaba con atención, comparaba, deducía y sacaba conclusiones; de los efectos me remontaba a las causas mediante la deducción y el encadenamiento lógico de los hechos y admitiendo la viabilidad de una explicación solamente cuando podía resolver ella todas las dificultades inherentes al tema... Este es el procedimiento que utilicé toda mi vida, a partir de los veinticinco o veintiséis años. De entrada comprendí la gravedad de la investigación que emprendía y entreví en estos fenómenos la clave del oscuro y controvertido problema del pasado y del porvenir de la humanidad, la solución y la respuesta a todas mis búsquedas. Se trataba de una revolución completa en las ideas y en las creencias; por tanto debía actuar con circunspección y no a la ligera; ser positivista y dejar los ideales de lado para evitar afirmaciones ilusorias."

En 1855 recibe de Carlotti y de un grupo de estudiosos 50 cuadernos conteniendo relatos de experiencias y comunicaciones diversas, pidiéndole que analice y ordene el contenido. Una noche, en una de las sesiones en casa de Baudin, nuestro hombre (todavía Rivail) recibe una comunicación de su espíritu protector. Éste, nombrado Espíritu de la Verdad, le revela una anterior encarnación con los druidas en la Galia y cuyo nombre, en aquellos tiempos, fue Allan Kardec.

También le comunica su ayuda en la importante tarea para la que ha sido destinado. A partir de este momento Allan Kardec se lanza al trabajo, recibiendo instrucciones a través de diferentes médiums ( Japhet, Croset, Dufaux, Aline, hermanas Baudin, etc ) diversificando de este modo los intermediarios de su comunicación con los espíritus, para mejor contrastar la verdad.





Un segundo periodo biográfico comenzó para Rivail cuando, en 1854, oyó hablar por primera vez del fenómeno de las "mesas parlantes", al que solo empezó a conceder crédito tras haber sido testigo, en mayo de 1855, de inexplicables fenómenos relacionados con mesas ambulatorias y giratorias o "danzantes", así como con la llamada "escritura automática". Persuadido de la existencia de una región espiritual habitada por almas inmortales desencarnadas con las que era posible comunicarse, Rivail se decidió a examinar una voluminosa colección de escritos psicográficos que le proporcionaron amigos espiritistas interesados en su juicio y empezó a asistir con regularidad a sesiones, preparado siempre con una serie de preguntas que le eran respondidas de “manera precisa, profunda y lógica", a través de los sujetos a los que el Espiritismo denomina "médiums", porque actúan como intermediarios en las comunicaciones con las supuestas almas desencarnadas. Toda esta materia, debidamente “repasada y corregida” por la entidad espiritual que se identificó ante Rivail como "la Verdad”, sirvió de base al cuerpo de doctrina de El libro de los espíritus, su obra aparecida el 18 de abril de 1857, cuya primera edición se agotó en pocos días, llegándose a la décimo sexta3 en vida del autor. En los Prolegómenos de esta obra se lee: "Los Espíritus anuncian que los tiempos designados por la Providencia para una manifestación universal han llegado ya, y que siendo ministros de Dios y agentes de su voluntad, su misión es la de instruir e ilustrar a los hombres, abriendo una nueva era a la regeneración de la humanidad. Este libro es la recopilación de su enseñanza."

El éxito de El Libro de los Espíritus propició la fundación de la Revue Spirite y la constitución formal, en 1858, de la Sociedad de Estudios Espiritistas de París, que Rivail presidiría hasta su muerte.

Su “espíritu protector” le había informado de que en una existencia previa, en el tiempo de los druidas, ambos se habían conocido en la Galia y él se llamaba "Allan Kardec". El Libro de los Espíritus fue el primer trabajo en que el autor sustituyó por este su nombre real, y el acta de nacimiento del Espiritismo latino, que, a diferencia del anglosajón, defiende el supuesto reencarnacionista, particularmente como explicación del origen de las desigualdades entre los hombres, con frecuencia aparentemente injustas. Los espíritus -escribe Hereward Carrington- "que se comunican a través de los médiums franceses aseguran que la reencarnación es un hecho, en tanto que los que hablan por boca de los médiums ingleses y americanos declaran que no es cierto. ¿Cómo podemos conjugar esas discrepancias? (...) son un verdadero obstáculo para muchos espiritistas (...). Los espíritus afirman que después de la muerte no son omniscientes. Por el contrario, llegan a la otra vida con todos sus prejuicios, creencias y opiniones (...) se limita(n) a expresar su propia creencia, que puede o no ser verdad".

Desde el principio, Allan Kardec afirmó “que los Espíritus, siendo simplemente las almas de los hombres, no tienen ni conocimiento supremo ni sabiduría suprema; que su inteligencia depende del progreso que hayan hecho y que su opinión no es más que una opinión personal”, por lo que "no se debe dar ciegamente crédito a todo lo que dicen los Espíritus".5 A lo largo de sus escritos habla de espíritus superiores e inferiores: "encuéntranse en el mundo de los Espíritus, como en la tierra, todos los géneros de perversidad y todos los grados de superioridad intelectual y moral":6 espíritus buenos y malos, espíritus menores, espíritus malvados y rebeldes, espíritus errantes, espíritus vulgares y espíritus mentirosos "que usurpan a menudo nombres conocidos y venerados" y "dicen haber sido Sócrates, Julio César, Carlomagno, Fenelon, Napoleón, Washington, etc." La "comprobación que de su identidad puede tenerse (...) es, efectivamente, difícil; pero si no puede conseguirse tan auténtica como la que resulta de un acta del estado civil, puédese obtenerla presuntiva, por lo menos, con arreglo a ciertos indicios".

En Qué es el Espiritismo, Rivail también admite que algunos espíritus son “mentirosos, fraudulentos, hipócritas, malvados y vengativos” y capaces de utilizar lenguaje grosero. Autores espiritistas posteriores han repetido advertencias en el mismo sentido, que apoyan la afirmación de Allan Kardec: "la sustitución de los Espíritus (...) es una de las dificultades del Espiritismo práctico; pero nunca hemos dicho que la ciencia espiritista fuese fácil, ni que se la pueda alcanzar bromeando, siendo en este punto igual a otra ciencia cualquiera".

Nuevas obras serían sustanciales en la labor de sistematización de las ideas espíritas o espiritistas, ideas que, siendo la clave de su interpretación de las religiones, de orientación unificadora, Allan Kardec no consideraba de índole propiamente religiosa, sino científica, por no estar fundadas en fe ni revelación sobrenatural algunas, sino en la reflexión sobre el hecho de experiencia de las comunicaciones de los propios seres fallecidos: "El Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia práctica, consiste en relaciones que pueden establecerse con los Espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones. Podríamos definirlo así: El Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal."9 Las principales entre las obras aludidas fueron: El Libro de los Médiums (1860), Qué es el Espiritismo (1862), El Evangelio según el Espiritismo (1864), El Cielo y el Infierno o la Justicia divina según el Espiritismo (1865), La génesis, los milagros y las profecías según el Espiritismo (1867). Han aparecido, asimismo, ediciones póstumas.

Es interesante que las exposiciones de Allan Kardec viesen la luz en años próximos a los de la aparición de obras como Manifiesto del Partido Comunista de K. Marx y F. Engels o El origen de las especies, de Ch. Darwin, mientras se asistía al momento de esplendor del Positivismo y el materialismo filosóficos y científicos. En relación con el primero, Allan Kardec presentó su "nueva doctrina filosófica" como respondiendo "a las aspiraciones del hombre respecto del porvenir; pero como apoya la teoría de éste en bases positivas y racionales, se amolda al espíritu positivista del siglo", haciendo "sus prosélitos precisamente en la clase ilustrada, y esto en todos los países del mundo".10 En cuanto al segundo, la coincidencia del Espiritismo con la Iglesia Católica en su oposición al materialismo, así como en la moral centrada en la caridad, le hacían incomprensible la por otra parte coherente condena doctrinal de Roma, formalizada en la inclusión, en 1864, de las obras de Kardec en el entonces vigente Índice de libros prohibidos. El rechazo eclesiástico ya había dado lugar, por ejemplo, a la quema de 300 libros espiritistas llevada a cabo en 1861 en Barcelona, tras haber sido confiscados por el obispo de esta diócesis a través del Santo Oficio.11 "El Espiritismo", escribe Rivail, "es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera; es, pues, la destrucción del materialismo, no con razonamiento, sino con hechos."

El 18 de Abril de 1857 publica un libro que marcará el inicio del espiritismo " El Libro de los Espíritus". Este libro ya aparece firmado con el nombre Allan Kardec, apartando así la época de escritor y pedagogo prestigioso que firmaba con el de su nacimiento. En los pocos años que le quedaban ya por vivir (en esta reencarnación) escribió todos los libros que completan la codificación espirita y completo el primero.

En 1858 editó la Revue Spirite (Revista Espírita). En 1861 publica El Libro de los Médiums. Su texto comprueba el carácter científico de la Doctrina Espírita, y provoca un gran revuelo y el catolicismo se levanta contra Allan Kardec. Ese mismo año 300 libros espíritas son quemados en Barcelona por la inquisición española. Tiempo después, al respecto de este hecho, Kardec recibió, a través de un médium, el siguiente mensaje del obispo de Barcelona, autor del acto de fe que decretó la incineración de los libros, y que ya había desencarnado: "Esta escrito. Tu quemaste las ideas y las ideas te quemaron. Rogad por mí; rogad, porque es agradable a Dios la oración del perseguido para con su perseguidor. Habla el que fue obispo y ahora no es mas que penitente".

En 1864 publica El Evangelio según el Espiritismo. En 1865 publica El Cielo y el Infierno. En 1868 publica La Génesis. Allan Kardec desencarnó en 1869, contaba casi 65 años. La obra de Allan Kardec es de obligatorio conocimiento para descifrar el Espiritismo. Muchos libros espíritas se han publicado después, pero en los del codificador se resume el carácter original de esta transmisión espiritual, y la orientación para acercarnos nosotros a los mensajes. Además estos libros, por su extenso tratamiento del tema, contienen innumerables descubrimientos, muchos de ellos verificados después por la ciencia.

Debemos recordar que en el mismo año de la desencarnación de Kardec, la Sociedad Dialéctica de Londres nombró un comité para estudiar los fenómenos del Espiritismo, cuyo conocimiento se propagaba por toda Europa. Tras meses de investigaciones, sus 22 miembros concluyeron que los fenómenos eran auténticos. A ésta han seguido muchas otras investigaciones sobre los fenómenos y las tesis espíritas que igualmente han concluido aceptando la propuesta del Espiritismo.